«Pasan las semanas y empiezas a sentirte parte del Valle» – Gloria Antón

Gloria Antón nos lleva de la mano a través de su experiencia como voluntaria en el Valle de Elías Piña, en República Dominicana, compartiendo las lecciones aprendidas y los momentos que vivió allí.

Las hijas de Jesús son mujeres valientes, con historias de vida increíbles que merecerían ser escuchadas durante horas. ¿Lo mejor de ellas? Su humildad. Han ayudado a muchos corazones rotos en partes del globo con realidades muy diferentes; y todo ello lo hacen de manera desinteresada, y con una disposición envidiable. Son conscientes de que cambiar la realidad de un país no depende de ellas, pero deciden no quedarse de brazos cruzados y mantenerlos siempre abiertos para quien los pudiera necesitar.

Son conscientes de que, a pesar de que el dinero es lo que mueve al ser humano, y cuanto más a este país, estas familias no necesitan eso, sino educación, control emocional, gestión económica del hogar, empoderación de la mujer y un cambio de mentalidad MUY DIFÍCIL DE CONSEGUIR.

Concretamente, los niños necesitan modelos, sentirse queridos por sus familias y valorados por sus profesores. Sentir que le importan a alguien y que tienen su lugar en el mundo. Creo que ahí es donde entra la labor del voluntario.

No toda la experiencia ha sido color de rosa, la primera semana de adaptación fue complicada. Llegas a tu destino definitivo, lo haces con entusiasmo y tu mejor disposición y dices… «PUES ESTO ES»; y piensas, ¿Qué hago aquí? 30 días… Demasiados, ¿quizás? A las hermanas las acabas de conocer y a tu compañera también. Los niños con los que vas a estar no entienden el idioma, sus miradas son frías y su contacto físico nulo. Si les sonríes con suerte alguno/a te la devuelve. Neuronas espejo, supongo. Intentas enseñar algo, pero ellos quieren jugar…Te das cuenta de que su nivel educativo es extremadamente bajo y a la mayoría ni les importa. Lo que preocupa es que a las familias tampoco y a muchos de los
profes, ídem de ídem.

Pero pasan las semanas y empiezas a sentirte parte del Valle, a disfrutar del ruido de los animales por la noche, a adaptarte perfectamente a la comida y a valorar el tiempo que te queda para COMPARTIR con esas personas que, probablemente, no vuelvas a ver en tu vida.

COMPARTIR ES UN CONCEPTO DOMINICANO QUE, HONESTAMENTE, ME ENCANTA.

Las hermanas nos han tratado como una más, siempre pendientes de nosotras, pero dándonos también la libertad que implica ser adulto y depositando confianza en nuestro buen hacer. La experiencia en el Valle no es tan activa e intensa como lo que puede ser en Joca. Si tengo que poner un pero sería tratar de ver la posibilidad de conocer más de la ciudad, ocupar el tiempo libre de los fines de semana, conociendo los alrededores y disfrutando partes de ocio con tus compañeros de voluntariado. Como sabíamos, no son unas vacaciones, pero a una persona activa, curiosa y andariega (en palabras de Kenia) le cuesta estar parada. Ese ha sido otro aprendizaje también.

Tras charlar largo y tendido con las hermanas sobre la situación del país y, sobre todo, por inevitable comparación con nuestro país natal, concluyo que lo mejor que tiene República Dominicana es su gente y lo peor, también.

Es un país sumamente rico en recursos alimentarios, pero la población pasa hambre. El salario del profesor es de los más altos del país y eso, lejos de motivarlos, los incentiva a aprobar un concurso para cobrar sin esforzarse. Es un país generoso y solidario, pero la corrupción impide completamente que la gente pueda sobrevivir viviendo bajo la legalidad. Una persona en el avión venía comentando que había venido hace años y que sentía que el país estaba despegando. Ojalá así sea.

En definitiva, creo que FASFI hace una muy buena labor y que, en palabras de las hermanas, a día de hoy El Valle no existiría sin ella. FASFI significa sustento, pero mi experiencia me hace ver que la gente del Valle lo considera un derecho y les cuesta dar algo a cambio.

Admiro mucho la capacidad de adaptación de las Hijas de Jesús, su convivencia y su manera de ser familia entre ellas. Todas las hermanas que he conocido, de la primera a la última, creo que son/sois dignas sucesoras de la Madre Cándida

«Pasan las semanas y empiezas a sentirte parte del Valle» – Gloria Antón
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