Cada granito de arena hace las montañas

Nadiya Chmyr es ucraniana, vive en España desde hace 22 años. Cuando empezó la guerra se fijó un objetivo: poner a salvo a su familia. Hoy Viktoriia, Hanna, los hijos de ambas (Vladyslav, Nikita y Veronika) y Valentina, su madre, están en Burgos. Aunque la familia no está completa.

Continuamos con ellas la serie de entrevistas con mujeres que inspiran. Su testimonio nos acerca a Ucrania desde los ojos de quien ha tenido que huir de su país dejando atrás toda su vida. Una historia de lucha y de esperanza.

De izquierda a derecha: Nadiya, su cuñada Viktoriia y Hanna hermana de Viktoriia

El hermano de Nadiya vivía en Kiev con su mujer, Viktoriia, y sus dos hijos Vladyslav y Nikita. Su hermana Hanna también vivía en la capital con su marido y su hija Veronika y pronto serán uno más en la familia. Su vida cambió radicalmente el 25 de febrero. En ocho días tuvieron que recorrer 700 kilómetros para huir de la guerra. Pero no todos pudieron salir del país. Solamente ellas, sus hijos y su madre Valentina conseguieron salir. Por ley, los hombres no pueden abandonar Ucrania y la hermana de Nadya decidió quedarse allí para no separar a su familia.

En Ucrania no pensaban que en pleno siglo XXI podía haber una guerra. «¿Cómo te va a atacar tu vecino?» nos dice Viktoriia. Ellas trabajaban, los niños iban al colegio, jamás lo pensaron. Pero el 24 de febrero todo cambió. Su hijo de 16 años les despertó y les dijo: «mamá, están disparando, hay bombas». Los vecinos les decían: “¡Atención! Está pasando algo que nadie imagina”. Muchos ucranianos se quedaron sin techo. Miles y miles de mujeres con los niños del país. Algunos no tenían donde ir, se quedaron en la frontera.

Por suerte ellas tenían a Nadiya y a Jose, que se organizaron para ir a buscar a las tres familias. Buscaron ayuda en el colegio Blanca de Castilla (Burgos), Víctor, el director, les dijo: “Os tiendo mi mano” y se puso en contacto con FASFI para colaborar. Sin esperar más tiempo, Jose y su cuñado pusieron rumbo al lugar de encuentro en Polonia para traer a España a su familia.

José Ignacio en Polonia

Ahora son nueve personas en casa. La adaptación es complicada, sobre todo por la barrera del idioma, pero poco a poco se están asentando. Están pasando una especie de luto. Quieren volver, pero, de momento, no pueden hacerlo y no se saben cuándo podrán.

«Ellos sienten el cariño y el apoyo de la gente. El acogimiento ha sido grandísimo. Cada uno con lo que puede, pero cada granito de arena hace las montañas. Doy mil gracias y serán pocas, de corazón», dice Nadiya.

Como no saben el tiempo que van a estar en España, están regularizando su situación. Ya se han apuntado a clases de español y los niños van a empezar a ir al colegio. Veronika compaginará el colegio con las clases online de sus profesores ucranianos y su primo Vladyslav con los entrenamientos en el C.D Burgos Promesas.

Desde FASFI abrimos un proyecto de emergencia en Ucrania para dar respuesta humanitaria a las personas afectadas por este conflicto. Una parte de las donaciones recibidas se han destinado a financiar el viaje. ¿Cómo podemos seguir ayudando?

La mirada la tienen puesta en el 26 de abril, hasta ese día está en vigor la ley que impide salir a los hombres de Ucrania. Si esto cambia, volverán a Polonia a recoger a sus familiares.

Viktoriia es contable y Hanna profesora de infantil, saben que el idioma es una problema, pero no tienen miedo a ningún tipo de trabajo. Viktoriia: «Somos muy trabajadores, no exigimos ni elegimos trabajos bonitos. A todos nos gustan trabajos bonitos y limpios, pero si hay que remangarse no pasa nada».

También están buscando un piso para al menos una de las familias. Hanna está embarazada de 7 meses y aunque les encanta la «locura» que viven ahora en casa, entienden que un bebé necesita un hogar tranquilo para vivir.

Nadya quiere poner en marcha una asociación de ucranianos en Burgos para que estén unidos. Tiene muchas ideas: talleres con niños, grupos de mujeres, barbacoas, una peña… Pero necesitan un local para reunirse.

Acabamos con sus palabras:

«Cada día que pasa hay esperanza, se va a acabar la guerra. Los niños quieren que se acabe todo y juntos quieren volver a su tierra. Saben que aquí están de paso. Quiero luchar, es mi tierra, y está siendo atacada injustamente. Sus trifulcas políticas no tienen que afectar a población civil, los niños no pueden separarse de sus padres. En el siglo XXI es impensable. Aquí estamos a gusto, pero el corazón se está rompiendo por Ucrania. Ellos dicen: un día menos para volver».

Cada granito de arena hace las montañas
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