Día Internacional del Patrimonio Mundial

El 16 de noviembres es del Día Internacional del Patrimonio Mundial. Se trata de un título concedido por la UNESCO, que pretende catalogar, proteger y divulgar sitios de importancia cultural o natural excepcional. Entre los lugares que son Patrimonio de la Humanidad, se puede distinguir entre zonas culturales y naturales.

El patrimonio cultural comprende monumentos, obras de arte, construcciones y zonas de valor arqueológico. El patrimonio natural son aquellas zonas de gran belleza o interés científico, ya sea desde un punto de vista geológico, o por su fauna y flora.

Todo está regulado en la Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultura y natural de 1972, donde se deciden los criterios que debe cumplir un lugar para ser considerado Patrimonio de la Humanidad. Entre otros, destacan los de considerarse una “obra maestra” del ser humano, o representar valores esenciales para una cultura. El proceso para ser declarado patrimonio de la humanidad es algo más complejo; una vez incluido en la lista, los lugares pasan a optar a contar una ayuda internacional para su mantenimiento.

Por otro lado, se encuentra el patrimonio cultural inmaterial, una lista que recoge tradiciones, prácticas o formas de arte que pasan de generación en generación, por ejemplo: el teatro de sombras sirio, el reggae jamaicano o el flamenco. Esta lista se regula por otro tratado distinto: la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, que entró en vigor en 2006.

En España existen 48 lugares declarados como tal: el Parque Nacional de Doñana, la Catedral de Burgos, la Alhambra de Granada… es uno de los países con más sitios proclamados con el título, concretamente el tercero, por detrás de China e Italia. Casi el 50% se encuentra en Europa y América del Norte.

Pero hay otra lista, la de los monumentos declarados patrimonio de la humanidad pero que corren un grave riesgo, ya sea por catástrofes naturales, conflictos bélicos o cualquier otro motivo. En esta lista las cifras cambian: el 40% se cuenta en la región árabe y el 30% en África.

Centrándonos en los conflictos bélicos, la destrucción del patrimonio cultural como táctica de guerra es una práctica desgraciadamente habitual, que tiene como consecuencia unos resultados trágicos para la memoria de las civilizaciones.  La destrucción de la cultura ha sido un mecanismo muy recurrente para eliminar la memoria, los valores y el legado de los adversarios.

El siglo XXI no es una excepción. En el año 2001, los talibanes destruyeron con tanques y misiles los milenarios Budas de Bamiyán, localizados en Afganistán. En 2011, en Mali, durante la Revolución tuareg, la Ciudad de los 333 Santos (más conocida como Tombuctú), quedó destrozada.

En los últimos años, se han producido casos similares en países como Libia, Yemen o Myanmar, aunque el caso que más preocupación internacional ha provocado ha sido el de la destrucción del patrimonio cultural sirio e iraquí: ciudades como Alepo, Mosul o Palmira han sido víctimas de este terrorismo cultural.

Un reciente informe de la UNESCO muestra cómo los países africanos han perdido cerca del 95% de su patrimonio cultural. En Bangladesh, tras la guerra de independencia de los 70, se destruyeron más de 2.000 templos hindúes en todo el país. Durante la guerra del Golfo de 1991 en Irak, se estima que fueron robados unos 15.000 objetos del Museo de Bagdad… la lista continúa.

Los efectos de la destrucción cultural trascienden ampliamente las repercusiones sobre el legado emocional, ya que sus consecuencias también son muy negativas para el desarrollo económico, la seguridad y la prosperidad de las poblaciones locales.

Sin embargo, la contribución de los programas y las políticas culturales a la consolidación de la paz alcanza cada vez más relevancia, sin embargo, aún queda mucho por recorrer.

Día Internacional del Patrimonio Mundial